domingo, 19 de octubre de 2014

night time and winter love

Llegó el invierno, como llega todo lo bueno, como llega todo lo malo.
Llegó la frialdad, la ausencia de caricias y el exceso de ganas.
El whisky, los cigarros, la chimenea al fondo de la sala, apagada desde que tu fuego no se pasea por mi salón, desnudo envuelto en mis camisas.

Pero como lo que llega vuelve, vuelven tus ojos a pasearse, quizás no como antes. En lugar de buscar un pecho en el que apoyarse, vuelven buscándose a sí mismos. Vuelven, quizás cargados de un falso odio, vuelven queriendo decirme dolor y solo alcanzan a decirme duéleme.
Pero al fin y al cabo, vuelven, vuelven como vuelves tú y como vuelvo yo, tras cada golpe, como nos hemos seguido levantando con un puñal en el costado y la sonrisa un par de centímetros más arriba.

"No he vuelto a escribirte. No he vuelto al leerte. No quiero saber nada de ti, quiero que no existas, y punto. Ahora, soy feliz".
Me dices en el tono más gélido que puedes lograr, en un falso alarde de valentía.

"Okey, no volverás a saber de mí, tranquila".
Te digo, en el tono más gélido que puedo lograr, en un falso alarde de cordura.

Y dime, si tú no has vuelto a saber de mí desde hace tanto;
si yo no he vuelto a ti después de tanto;
dímelo. ¿Por qué seguimos aquí, por qué aún nos odiamos?

Será el invierno, que me recuerda a tus caricias.
Será el otoño, que te recuerda que aún no me he ido.
Recuerda, que pasen las veces que pasen, vamos en el mismo tren;
y ambos intentamos que no sea en dirección opuesta.

Deja de pedirme que lo deje todo, si tú no te dejas ni a ti misma, si el orgullo sigue siendo tu bandera y el pasado tus lentes.
Deja de pedirme que arriesgue, si no me quedo ni yo mismo.

Al fin y al cabo, nunca alcanzarás a conocerme, igual que no me conoceré yo;
al fin y al cabo, solo soy eso.
Una debilidad.

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