viernes, 25 de abril de 2014

Copenhage

Él, corría. Nunca le enseñaron a andar.
Se fue tras luces pálidas.
Ella, huía de espejismos y horas de mar. Aeropuertos; unos vienen y otros se van. Igual que las Alicias en ciudad.
El valor para marcharse, y el miedo a llegar.
Llueve en el canal, la corriente enseña el camino hacia el mar. Todos duermen ya. Dejarse llevar suena demasiado bien, jugar al azar, nunca saber dónde puedes terminar, y dónde puedes empezar.
Un instante mientras los turistas se van. Un tren de madrugada que logró trazar la frontera entre el siempre y el jamás. 
Ella duerme tras el vendaval. Se quitó la ropa, pues sueña con despertar en otro tiempo y en otra ciudad. 
Dejarse llevar suena demasiado bien, jugar al azar y no saber dónde puedes terminar, o dónde puedes empezar. 
A la deriva, sin un rumbo fijo.
El caso, es que en su pequeña barquita de madera, nadie podía hundirla.
Y cansada de su felicidad, decidió echar un par de cubos de agua. Y entonces, empezó a llover.

lunes, 7 de abril de 2014

Weezer

No es para tanto.
Supongo, que todo está bien.
La cerveza llena mi nevera, una cerveza tan helada que me hace tiritar. Y yo, simplemente, cierro mis ojos. Porque todo está bien, porque en el fondo me siento bien.
Entre canciones indie que hacen apología al respeto que me he perdido a mí mismo, a mis derrotas interiores y a la pérdida de apetito de éxitos, pierdo la cabeza. Peleo con él, con ella, peleo contigo y peleo conmigo mismo. Noto burbujas que me suben de pies a cabeza, noto un ataque de ira que invade mis articulaciones, mi tronco, y finalmente perfora mi garganta.
Mi garganta estalla, muda de silencio, pero más expresiva que mil Guernicas.
Pero dicen que no es para tanto, que es un poco de Steinburg en un mar de Paulaner. Sin embargo, tanto ellos como yo, incluso como tú, todos sabemos que no es así.
Nunca podría enfrentarme a ti. Nunca he podido hacerlo, porque no quiero hacerte daño jamás.
Pero qué hago, si la fría corriente de tus palabras no hace más que separarnos.
¿Estás dispuesta a que, lo que empezó como una fina gota de sudor frío en una noche amarga, se convierta en el mar que te pierda a ti, que me pierda a mí, que nos inunde?
Say it ain't so?

No sé

Tú no haces más que alejarme. Yo doy un paso adelante, y tú, de una patada, me mandas cinco atrás.
Me obligas a preguntarme:
¿Dónde está mi mente?
Yo, ciego de mí, no paro de lanzarme contra tu voluntad, como bárbaro que trata de tirar Roma a cabezazos. Y, entre golpes, no puedo dejar de preguntármelo:
¿Dónde está mi mente?
Me jode terriblemente, me da la sensación de que he vivo una mentira constante, que es el mero cariño que se le tiene a un amigo y las meras ganas de querer querer a alguien.
Eres mi semana. Amarga en su inicio, más dulce según pasan los días. Y, de nuevo, lunes. Dices que has sido siempre un lunes, pero yo te he visto brillar como un viernes.
Aunque eso fue hace tiempo.
Me duele, me duele mucho que, aparentemente, ya no te acuerdes de mí.
Que no veas lo que he sido para ti, todo ello plasmado en las entradas anteriores.
Y sin embargo, aquí sigo, escribiéndote, dedicándote páginas en Arial y libros en tiempo de pensamiento.
Sí, sé que soy un completo imbécil, pero prefiero seguir engañándome a darme cuenta de que, quizás, jamás te tuve.
¿Que por qué? No sé. Tan solo puedo echar un ojo a la balanza que me has impuesto, y si algún día soy capaz, tratar de ver más allá, y quizás comenzar un nuevo proyecto.
Pero desde luego, hoy no puedo. Mañana, probablemente tampoco. Tan solo puedo mirar mi reflejo roto en el espejo, y seguir preguntándomelo:
¿Dónde está mi mente?

domingo, 6 de abril de 2014

La leyenda de Bagger Vance

-No tengas miedo.
-No tengo miedo, he visto borrachos muchas veces.
-Oh, y... ¿Qué pinta tienen?
-No hay mucho que ver. Bueno, no tanto como ellos parecen creer. ¿Cuánto es lo bastante borracho?
-Buena pregunta. Ven aquí y siéntate. Te diré cuánto es lo bastante borracho.
"Bien, lo que aquí se ha planteado es cuánto es lo bastante borracho. Y la respuesta es que depende de las células del cerebro. Con cada vaso de licor que tomas, acabas con cientos de células. Pero eso no importa mucho porque tenemos millones. Primero mueren las de la tristeza, así que estás sonriente. Luego mueren las del silencio y todo lo dices en voz alta, aunque no haya ninguna razón, pero eso no importa... No importa, porque después mueren las de la estupidez, y hablas con inteligencia. Y por último, las células de los recuerdos. Esas, son difíciles de matar."